domingo, 29 de diciembre de 2002

Cavallo sólo lamenta no haber peleado más para ser presidente

Estoy muy bien. Muy tranquilo. No estoy participando activamente de la vida política. He decidido durante un tiempo ser un observador y reflexionar sobre mi propia experiencia. Y espero volver en la segunda mitad de este año, o a más tardar el año próximo, para retomar mis actividades profesionales y políticas".Esto es: vuelve por más. Es cierto que Domingo Cavallo está más tranquilo: con algunos kilos menos que los que desplazaba cuando los ajetreos de su vida pública, su voz, cosa rara, es un remanso; sus gestos, los de un director de orquesta en pleno adagio; a veces, cuando nombra a quienes considera sus enemigos declarados, sus ojos parecen recobrar el brillo feroz de los días de batalla. Pero es un reflejo. Enseguida retorna el autodominio. Está de paso en Buenos Aires. Enero lo llevará de nuevo a Nueva York, donde da cátedra en la New York University que lo tiene contratado hasta agosto. Después promete, o amenaza, con el regreso a la política.Esa reflexión de la que habla, ¿qué le dice?Que hay una dirigencia argentina que tiene una actitud muy irresponsable. Y que lo único que busca es el poder por el poder mismo. Y que aprovecha las circunstancias para conquistar ese poder aún a costa de causarle graves daños a la gente. Lo que más me impresiona de todo lo vivido en la Argentina, es la traición que el actual gobierno, al que yo identifico como un gobierno de Duhalde apoyado por Alfonsín, ha hecho a los ahorristas y a los pobres. Porque utilizó la bronca de la gente para conquistar el poder y luego, lo primero que hizo fue pegarle un golpe adicional a los pobres a través de la pesificación, la devaluación, la creación del "corralón", en beneficio de las empresas fuertemente endeudadas y los gobiernos provinciales, en especial el de Buenos Aires.Sin embargo mucha gente le adjudica a usted la responsabilidad del estallido de la economía, el corralito, la confiscación de los depósitos. ¿No lo siente así?No del lado de la gente. Lo noto, sí, del lado de los medios. Y en particular de Clarín. Pero de la gente, no. La gente, cuanto más tiempo pasa, más se da cuenta de que yo traté de evitar que les confiscaran sus depósitos y que hubiera una devaluación destructora del salario real. La gente percibe la realidad mucho más allá de lo que plantean los medios.Usted siente que puede caminar tranquilo por la calle...Así es.¿Volvería hoy a la convertibilidad?En el sentido de la libre elección de la moneda, sí, por supuesto. Y además, se va a volver. Digo: que la gente pueda ahorrar en dólares si quiere, o en pesos, y se le cumplan los contratos en la moneda en que se hicieron. Al uno a uno, hoy, ya no se puede volver. No habría que haberlo abandonado. Pero no se puede volver. Pero a la estabilidad cambiaria con el dólar a un precio muy inferior al de hoy, sin duda que va a haber que volver.¿Por qué la convertibilidad no generó condiciones de crecimiento?La década del 90 fue la de mayor crecimiento del siglo XX.Doctor, el país está devastado...Pero eso es porque se gastó en el sector público mucho más de lo que debió gastarse, sobre todo en las provincias; es porque se declaró el default, porque se abandonó la convertibilidad, porque se pesificó y se devaluó.Eso pasó este año. La pobreza extrema del país no es del último año.Pero eso no tiene que ver con la convertibilidad, sino con el despilfarro de los recursos públicos, el gasto excesivo y no dirigido a resolver los problemas de la educación, la salud. No son causa de la pobreza los salarios de la convertibilidad, compara tivamente más altos que los de hoy.Cuando usted mira este país devastado y analiza las causas de la pobreza, ¿no se adjudica ninguna responsabilidad, usted que fue dos veces superministro de la Argentina?La responsabilidad que me adjudico es no haber trabajado mejor para haber conquistado el poder total: ser presidente de la Nación. En lugar de haber aceptado volver como ministro, tendría que haber perseverado por ser presidente.¿Vuelve para intentarlo?No sé. Si en algún momento veo que la gente vuelve a confiar en mí, seguramente lo voy a hacer. Pero no vuelvo con ese objetivo. Si no me hubiera metido en el gobierno de la Alianza, posiblemente hoy estaría liderando las encuestas.

domingo, 22 de diciembre de 2002

Domingo Cavallo “Nunca debí entrar al gobierno de la Alianza”

Domingo Cavallo está de vuelta en la Argentina. Vino de visita para las fiestas, pero se negó a dar entrevistas antes del trágico aniversario de la caída del gobierno de Fernando De la Rúa. “No quiero que mis palabras ni mi imagen sean utilizadas para generar más tensión y violencia. Ya tuvimos suficiente”, dice el padre de la convertibilidad y del corralito. Ya distendido, en su oficina en Palermo, Cavallo viste una camisa que probablemente estuvo de moda hace muchos años, como el billete de “un millón de pesos” que adorna su colmada biblioteca y está firmado por él mismo, cuando fue presidente del Banco Central en 1982. A la hora de reflexionar sobre el último año, sus venas sobresalen y su piel enrojece, ocultando el tono de pálido de su piel, curtida por el invierno de Nueva York, donde ahora trabaja como profesor. En medio de su continua denuncia del “golpe institucional”, ya que según él, planearon Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde, quiere dejar en claro algunas cosas. Por ejemplo, que él no es rico, y que nunca penso en abandonar el país durante la crisis. “El día 20 recibí llamadas de la SIDE, que quería ponerme en un avión para que me fuera a Uruguay. Aparentemente, el que se ocupaba de todo era (Enrique) Nosiglia. Los radicales que estaban aliados con los peronistas querían que yo pidiera asilo, que apareciera como el problema del país. Querían provocar ese hecho para, sin Cavallo, poder reconstruir un gobierno entre el radicalismo y el peronismo bonaerense”, asegura. “El problema no era De la Rúa dice él al preguntarse si no está resentido por la actitud del ex presidente de dejarlo caer. Él estaba convencido de que lo que estábamos haciendo era lo único posible para evitar males mayores. Pero, con la actitud que tuvo el partido radical el 19 a la tarde y las conversaciones que sostuvo con el peronismo esa noche, obviamente De la Rúa ya no tenía ninguna posibilidad el día 20”. ¿Qué lecciones saca de todo lo sucedido el año pasado? Lo que ha pasado en la Argentina pinta de cuerpo entero a personajes muy importantes de la política argentina y define un estilo político que no ayuda a crear y a preservar buenas instituciones políticas y económicas. Porque la dirigencia alfonsinista del partido radical claramente destruye instituciones, a su propio partido y a su propio gobierno. La actitud de un (Leopoldo) Moreau, apoyado por Alfonsín y Ángel Rozas, de socavar permanentemente las bases de su propio gobierno y atentar contra su capacidad para aportar soluciones, es algo increíble. La vocación por la autodestrucción ahora se ha reeditado en la interna del radicalismo, en la que se ha dado un fraude alevoso. ¿También ve esa vocación autodestructiva entre los justicialistas?No, lo que sí veo allí es una transposición total de aquella jerarquía que les había predicado Perón de que primero la patria, después el partido y luego los hombres. Lo que hay en el PJ es una pelea a muerte por ver quién tiene realmente el poder en un plano personal, antes que pensar en la patria y el partido. Pero hay que advertir que el justicialismo cuando ha gobernado se ha unido para responder siempre a quien está en el poder: Se ha visto durante el gobierno de Menem y ahora con Duhalde. En realidad, creo que el justicialismo, incluido el menemismo, ha estado ayudando a que Duhalde pueda mantener cierto orden en el plano de paz interior y la seguridad.Si hubiera podido prever cómo terminaría todo, ¿qué hubiera hecho distinto hace un año?Yo no podía hacer nada distinto de lo que estaba haciendo. La Argentina tenía que terminar la reestructuración ordenada de su deuda. El 15 de diciembre habíamos logrado concluir exitosamente la reestructuración de 55.000 millones de dólares.... Y antes de pensar en cualquier modificación del régimen monetario o cambiario era fundamental terminar la reestructuración. Eso significaba hacerle una oferta a los tenedores de bonos del exterior y esa oferta sólo podía hacerse si lográbamos el apoyo del Fondo, del Banco Mundial y del BID. El Fondo nos ponía una sola condición: la aprobación del presupuesto para el 2002 con déficit cero, algo alcanzable. Por lo tanto, en esos días tenia que abocarme, como me aboqué, a convencer a los legisladores para que se reunieran y trataran el presupuesto.¿Es consciente de que para la mayoría de los argentinos la culpa de todo el descalabro económico es suya?No, yo no lo siento. Siento que prendo la radio, la TV y leo los diarios y sí, es así: hay una premeditada campaña para confundir el corralito con el corralón. Pero a nivel de la gente, yo creo que, sobre todo ahora que han levantado el corralito, queda claro que el corralito era algo que no perjudicaba. Era inducir un proceso de bancarización para que la gente pagara con tarjeta de débito, con cheque o transferencia bancaria lo que antes pagaba en efectivo. En todo caso, reconozco que perjudicó a los que operaban la economía informal. Pero el corralito se implementó para evitar una medida tan absurda como el corralón, que fue una estrategia deliberada de confiscar los ahorros.Usted formó parte de un gobierno militar, de uno peronista y de otro radical. ¿En quién confía menos?En el gobierno militar yo tuve un rol muy marginal: no era un gobierno constitucional, fue un accidente de la historia que nunca más se debe repetir: Pero claramente, el justicialismo tiene mucha más capacidad de gobierno y de resolver los problemas que el radicalismo. Y el período de De la Rúa fue muy claro al respecto.¿Volvería a participar en un gobierno de Menem?No voy a participar en gobiernos hasta el día en que la gente me elija para algún cargo. Pero voy a colaborar con los gobiernos que sean elegidos, en la medida en que se propongan en avanzar hacia la solución de problemas.¿Todavía sueña con ser presidente?Soy una persona ambiciosa, pero yo nunca planteé el tema en términos de ser presidente o no.Fue candidato en el 99....Si, pero sabiendo que no sería elegido. Mi ambición es poder hacer el máximo aporte que mi capacidad, mis conocimientos, mi experiencia, mi trayectoria, me permitan hacer para la organización del país. Para que tenga instituciones respetables y respetadas; para que la Argentina pueda ofrecer una mayor calidad de vida a su pueblo. No es una ambición personal.La gente lo ver como un hombre muy soberbio, cabeza dura. ¿Cuáles considera que fueron sus mayores errores?No creo en mi tozudez en temas económicos sea un error: Yo he sido perseverante en la verdad. Haber creído, como Alfonsín y Duhalde, que el default y la devaluación iban a resolver los problemas de la Argentina hubiera sido un tremendo error: Dicen que la ilusión fue la convertibilidad. ¡La convertibilidad fue una verdad! Nos permitió tener un fenomental nivel de inversiones y un fenomenal aumento de la productividad; hemos tenido la década de mayor crecimiento del siglo XX.¿No se arrepiente de nada?Mis errores han sido fundamentalmente políticos. Fue un error entrar al gobierno de la Alianza; Yo tenía que haber advertido que el radicalismo iba a terminar trabajando por mi fracaso como ministro, porque ellos querían el fracaso del modelo de los noventa. Intenté lo que políticamente era imposible: que la Alianza gobernara con sensatez y con coherencia.Pensó en algún momento: “¿Qué estoy haciendo acá?”Esa sensación la tuve a lo largo de todo el segundo semestre. Pero soy una persona que, porque piensa en la Argentina y no en mi posicionamiento personal, estuve dispuesto a jugarme hasta las últimas consecuencias. Una vez que había entrado en el gobierno, y me había hecho responsable de manejar la situación económica, no iba a abandonar en el barco por más que tuviera enormes dificultades y sufriera por lo que estábamos pasando mi familia y yo.¿Se considera un patriota? No me voy a autocalificar; pero que amo a mi patria y he hecho todo lo que ha estado a mi alcance para resolver los problemas de la Argentina, no le quepa ninguna duda.