miércoles, 16 de mayo de 2007

Los chinos conocen, y aplican, la teoría económica de los mercados competitivos

Los chinos conocen, y aplican, la teoría económica de los mercados competitivos

A pesar de la fuerte retórica proteccionista y condenatoria de las violaciones a los derechos de propiedad intelectual y las “manipulaciones monetarias” chinas en el Congreso de los Estados Unidos de América, la actitud de las autoridades chinas es de respeto y comprensión de los reclamos norteamericanos. Siempre están dispuestos a sentarse a discutir soluciones a los conflictos.

Los chinos son muy conservadores, en el sentido de que sólo cambian de políticas cuando se convencen que las anteriores están produciendo resultados negativos. Y cuando deciden cambios, los implementan con mucho gradualismo, ya sea en el espacio o en el tiempo.

Los chinos son conscientes que ellos son los grandes ganadores en la carrera hacia la economía global. Y lo son no sólo porque han logrado 30 años consecutivos de crecimiento del orden del 10 % anual y un impresionante mejoramiento en el nivel de vida de su creciente población urbana, sino porque hace ya años que estudiaron y entendieron el teorema de Stolper-Samuelson y de Rybczynski, que demuestran que el comercio de bienes, aún sin movilidad de la mano de obra, tiende a igualar la remuneración de los factores de la producción, en general, y de la mano de obra en particular.

Los chinos saben que su incorporación a la economía global de mercado, significa reducir drásticamente la relación Capital/Trabajo en el mundo, y ello trae como consecuencia ineludible, el aumento de la renta del capital y la disminución relativa de la retribución al trabajo. Por eso entienden que a pesar de que los capitalistas del mundo ven con ojos amistosos su presencia en la economía global, los gobiernos democráticos de occidente, muy comprometidos con el bienestar de sus trabajadores, no podrán evitar actuar con suspicacia, e incluso oposición, frente al progreso avasallante de China.

Los chinos conocen todos estos conflictos emergentes de su inserción en la economía mundial, porque el la década de los 70, cuando comenzaron a preparar su proceso de apertura económica, dejaron de estudiar en los libros de Marx sus críticas a la Economía Política, y se dedicaron a estudiar economía de mercado.

Cuando yo era un alumno en la Universidad de Harvard, hice un viaje a visitar a amigos que estudiaban en la Universidad de Chicago, y el fenómeno que más me llamó la atención fue ver una gran cantidad de chinos tomando los cursos de Theodore W Schultz, el legendario Premio Nobel por sus trabajos sobre Economía Agrícola.

No fue por casualidad que la reforma China comenzara en la agricultura y con dos medidas muy simples: la asignación de la tierra en “leasing” a cada agricultor, por un período largo de tiempo, y la autorización a los agricultores para vender el excedente de su producción en mercados libres, luego de haber cumplido con la cuota obligatoria que debían entregar al estado. Estas medidas surgían como sugerencias obvias de los cursos de Schultz para una economía como la China de los años 70 y fueron el puntapié inicial de las reformas económicas decididas por el Partido Comunista Chino en 1978.

Luego de aquel viaje a Chicago, comencé a advertir que en las carreras técnicas, tanto de Harvard como de MIT, las dos universidades en las que yo tomaba cursos, había también muchos estudiantes chinos como en décadas anteriores habían asistido muchos estudiantes japoneses y Coreanos.

Estos estudiantes chinos fueron en su momento de gran ayuda para Deng Xiao Ping, que estaba buscando el camino para mejorar la calidad de vida del Pueblo Chino. En mi reciente reciente viaje a ese país, la joven interprete que me acompañó en Shangai, “Estrellita” Yu, me comentó que la interpretación popular de la historia China desde la revolución de 1949 se resume en el slogan: ‘Mao levantó a los Chinos, Deng los enriqueció”.

Es gracias a su buena preparación en la teoría económica de los mercados competitivos que las autoridades chinas entienden los reclamos y las quejas de los gobiernos occidentales, comenzando por el de Estados Unidos de América. Ellos saben que la competencia China tiende a deprimir los salarios bajos y medios de las economías de Occidente, y que su afán por incorporar las tecnologías más avanzadas, muchas veces los lleva a cometer violaciones a los derechos de propiedad intelectual de quienes hicieron las investigaciones y los desarrollos originales.

En los próximos días el Secretario del Tesoro Americano Henry Paulson se reunirá a negociar con la Vicepremier China Wu Yi en Beijing. Yo conocí a Wu Yi, apodada la “Dama de Hierro de China”, cuando vino de visita a la Argentina como Ministra de Comercio siendo yo Ministro de Economía. Me consta que conoce tanto o más que el mismo Paulson de economía de mercado y de las consecuencias del proceso de globalización.

Estoy seguro que ante los reclamos del Secretario del Tesoro, la Dama de Hierro contra-argumentará que el déficit comercial americano es el vehículo a través del cual los Estados Unidos se benefician del aumento de la productividad china, porque permite mantener bajo los precios de muchos bienes y del propio índice de precios al consumidor de los Estados Unidos, a pesar del elevadísimo gasto de consumo de los norteamericanos.

Seguramente Wu Yi terminará haciendo algunas concesiones, porque los chinos están muy interesado en mantener muy buenas relaciones económicas y políticas con los Estados Unidos, pero antes le habrá explicado a Paulson, que esas concesiones perjudicarán a los Estados Unidos, porque privarán a sus consumidores de bienes baratos y de buena calidad y reducirá las posibilidades de tecnólogos, financistas e inversores norteamericanos en China.

En definitiva, Wu Yi le dirá a Paulson, lo mismo que los economistas profesionales de los propios Estados Unidos que entienden el funcionamiento y la lógica de los mercados libres y competitivos, vienen escribiendo en las revistas especializadas de occidente, sin tener ningún efecto sobre los políticos que dominan el Congreso Americano.

Es paradójico pero real. La buena economía está influyendo más sobre las decisiones políticas globales a través del entendimiento de ella alcanzado por las autoridades chinas, que a través de la inteligencia de los líderes norteamericanos.

El conocimiento de las autoridades políticas de los principios de la economía de mercado es otra de las claves del desarrollo económico del Este de Asia. Que valioso sería para países como Venezuela, Bolivia y Argentina que sus actuales gobernantes en lugar de sentir simpatía por el “Socialismo” de los Chinos, aprendieran, como ellos, la lógica de la economía capitalista.