sábado, 30 de junio de 2007

Con convertibilidad hoy estaríamos mucho mejor

Con convertibilidad hoy estaríamos mucho mejor

La crisis energética es consecuencia de la violación por el Estado de todos los contratos de concesión y de las reglas de juego de mercado que significó el congelamiento de las tarifas en pesos a los niveles anteriores a la devaluación. Si se hubiera mantenido la convertibilidad, las empresas habrían seguido invirtiendo y hoy no habría crisis energética.

La inflación ha reaparecido en la economía Argentina porque la devaluación permitió que los precios de los bienes competitivos con importaciones y la mayoría de los bienes de exportación se multiplicaran por 3, mientras se pretende evitar que los salarios y los bienes y servicios no ligados al comercio exterior aumenten en la misma proporción. Como esta pretendida redistribución regresiva del ingreso, además de injusta, es una situación de desequilibrio, todos los precios y salarios que aún no se multiplicaron por 3 seguirán aumentando hasta deshacer el efecto de la devaluación. Y si el gobierno insiste con la política de tipo de cambio real alto y vuelve a devaluar, la inflación se espiralizará y se transformará en una enfermedad crónica de la economía, como lo fue entre 1950 y 1990. Nada de esto habría ocurrido si no se hubiera abandonado la convertibilidad.

Hay desabastecimiento de muchos bienes, porque el gobierno quiere evitar el aumento de los precios con controles que violan las leyes más elementales del mercado. Nada de esto hubiera ocurrido con convertibilidad.

Los problemas del transporte urbano y del tráfico aéreo, también son la consecuencia de las distorsiones entre precios y costos que creó la devaluación. La situación sería totalmente diferente si continuara la convertibilidad.

Sin devaluación no hubiese habido Corralón, y el Corralito podría haberse levantado sin problemas en 90 días, luego de concluida la reestructuración de la Deuda, que, en diciembre de 2001, ya se había logrado en más de un 50 %.

Y, por si todo esto fuera poco, con convertibilidad podríamos haber acumulado el mismo crecimiento del empleo y de la producción, con mucho mejores perspectivas se sostenimiento en el tiempo, porque no existirían los cuellos de botella que hoy amenazan con frenar la expansión económica.

Quienes descreen de esta interpretación de nuestra historia reciente, no advierten que el crecimiento de los últimos cuatro años es simplemente el rebote de la fuerte caída anterior y a la bonanza internacional que se produjo a partir de la devaluación del… Dólar frente al Euro y las demás monedas. Era esta devaluación, y no la del Peso frente al Dólar la que se necesitaba para sacar al país de la depresión en que había entrado desde 1999.

Y la necesaria devaluación del Dólar frente a prácticamente todas las monedas importantes del mundo se produjo a partir de mediados de 2002. Como no podía ser de otra forma, vino acompañada de una fuerte recuperación de los precios de nuestros productos de exportación…en dólares!. Por lo tanto, aún sin devaluación del Peso frente al Dólar, los problemas de competitividad de Argentina se habrían resuelto de manera genuina, sin provocar injustas redistribuciones de ingresos y riqueza y sin crear los desequilibrios que hoy amenazan con generar estancamiento y aceleración inflacionaria.

Y si a lo largo de 2002, luego de reestructurada ordenadamente la deuda pública externa, hubiese quedado demostrado que el Peso seguía sobrevaluado, habría bastado moverse hacia una convertibilidad flotante, acompañada por una política monetaria de metas de inflación, como la que vienen aplicando Chile, México, Perú y Brasil, que de ninguna manera hubiera significado una devaluación del Peso mayor al 20 %.

Hasta que un gobierno no advierta que ésta es la lectura correcta de nuestra historia reciente, no se encontrarán soluciones ni a la crisis energética, ni a la crisis de los transportes, ni al desabastecimiento y, mucho menos, a la inflación.

Alguien tiene que animarse a decirle esto a Kirchner.

Espero no ser el único, porque lamentablemente, la estrategia de los que hoy aconsejan al Presidente es descalificarme en lugar de prestarme la atención que me brindaban cuando necesitaban de mi ayuda para ganar elecciones.

No estoy totalmente desesperanzado porque en Enero de 2002, cuando Duhalde producía la zafarranchosa salida de la convertibilidad, Kirchner todavía tenía buena intuición económica. Yo creo que perdió esa buena intuición cuando comenzó a re-estudiar economía con Lavagna como maestro…Bueno sería que así como se lo sacó a Lavagna de encima, se deshaga cuanto antes de los ideólogos del “Modelo Productivo” Duhaldista, que aún tienen monopolizado su oído.

Y, hablando de Duhalde, es sorprendente no encontrar en su reciente libro una línea sobre la cantidad de leña que él le puso al incendio cuando endeudó a su provincia de manera alevosa entre 1997 y 1999. Tampoco reflexiona sobre la leña que aportó a los incendios que ahora han comenzado a aparecer en la gestión de Kirchner. Se trata de un incendiario que cree que mientras haya incendios, puede ofrecer impunemente sus servicios de bombero.